Sunday, March 30, 2014

La vida es muy corta para hornear



ingredientes para un crust de galleta
No bake Cheescake

¿Quién tiene tiempo para hornear? En una época awkward de pre-adolescencia y adolescencia, recuerdo que hacía un montón de postres -- mocha icing chocolate cake, mis galletas de mantequilla famosas, brownies, relámpagos con crema pastelera, crêpes suzettes... No puedo evitar pensar "Tenía un montón de tiempo libre antes" porque ahora eso no pasa. Me abstengo de medir y mezclar y hornear. Pero sí hago cheesecakes, pues sólo son 20 minutos de prep. time y 30 minutos en el horno, no pasa nada; y nunca mido nada, siempre varían las recetas que hago, desde como el 2001 que me enseñaron a hacer uno. No me aburre, y el crust es fácil y memorizable. Y hace poco se juntó mi abstinencia de hornear con las ganas de cheesecake. Aparte, tenía ganas de tener cheescakes individuales (#CocinaParaUno) en la refri y poder sacarlos en momentos apropiados, y no tenía ganas de hornear el montón de pasteles. Investigué y esto fue el producto:

cheescakes para Uno
Ingredientes:
Para el relleno:
1 limón, jugo
1 lata de leche condensada
Rayadura de limón
Queso Crema (Dos Pinos, 360g *creo, no estoy segura*)

Para el crust:
1 barra y media de mantequilla (porque la vida es mejor con mantequilla), derretida
Galletas María 
Canela
Nuez de moscada

Primero, hay que hacer trizas las galletas. Se puede usar un moledor, un procesador de comida, una licuadora o se puede acudir a una técnica más primitiva como machucar los paquetes de galleta, aplastarlas. Yo recomiendo todo lo anterior. Ya hechas trizas, le agregás canela, al gusto, y nuez moscada en menos cantidad que canela. A todo le agregás la mantequilla derretida y lo revolvés. Ya mezclado todo, vas agregando un poquito a cada uno de los trastes individuales y voilà. 

Después, pasamos al relleno: mezclar nada más un jugo de limón, rayadura de limón, leche condensada y queso crema, y ya estuvo. Recomiendan no batir mucho; yo no hago caso y uso una batidora eléctrica Rubbermaid, de mano con las cositas amovibles (la amo).

Por último, agregás el relleno a los recipientes y le ponés un poco de rayadura de limón decorativa. Ayuda a que se vean más bonitos, con más personalidad. Metelo a la refri, por lo menos un par de horas; yo prefiero que vivan en refrigeración toda la noche y comérmelo de desayuno. 

- The End -






Tuesday, March 18, 2014

Cocina para Uno

Este blog va almacenar recetas, y probablemente las voy a contar más que subir una guía en 5 pasos de cómo hacer un pastel. Como muchas de mis recetas, es un experimento, y este es el primer ensayo.

Mi delantal, mis monólogos culinarios.
Fue idea mía en el sentido que había querido uploadear ya, desde hace ratos, mis recetas no-ortodoxas que yo clasifico más que todo en la categoría “Cocina para Uno”. No fue idea mía del todo porque fue mi amigo Ulises a quien se le ocurrió el concepto “Monólogos Culinarios”, una mezcla entre textos y recetas. Suena a este mismo trip de cocina de estudiante, cocina para uno, mono-concina así como existen monosílabas y el monoteísmo.

Cuando me fui a vivir a Burdeos, Francia, en el 2006, tenía 18 años y aterricé ya con contrato de arrendamiento y roommates. Desempacando con Enrique, amigo de años y la primera de una serie de personas (no-miembros de mi familia) con quien viví, me enseñó unos sus libritos de cocina probablemente de una editorial pariente de uno de los periódicos como La Prensa Gráfica o El Diario de Hoy. Uno se llamaba “Cocina Fácil” y el otro “Cocina para Uno”. Siempre me quedó grabado este concepto de cocinar para uno mismo, aunque no lo poníamos en práctica: Enrique cocinaba, yo lavaba los platos. Aparte, su estilo culinario a veces era acompañado por la estrategia de meter a todos los ingredientes en una olla y ver qué sale. De eso salía arroz con pollo, casamiento, una especie de sopa, etc… Pero ya cuando dejamos de ir al súper juntos, a mí me tocaba cocinar para mí, sola.

DIY Brunch 
Un día hice una pasta, según yo con salsa de crema y cebolla y chiles (de esos bonitos de colores). El resultado: sabía a tierra. No sé cómo lo logré, pero sabía a tierra. Ya no más, dije yo, no puedo cocinar; me rindo. Pero, como sí podía hacer desayunos, si de mi dependía yo comía desayuno al almuerzo y a la cena. Después, empezó eso de hacer brunches. Venite, voy a hacer brunch. Eso sí podía hacer.

Me interesó la cocina por cómo me llama la atención alguna combinación de sabores, y responder a los antojos que tengo, y de allí mis monólogos culinarios... Pero nunca se hubieran desarrollado tanto si no fuera porque cocinaba para varias personas. En esos días en que no iba a ser sólo yo, sí cocinaba, y salían ideas y las depuraba al momento de repetirlas. Los días en iba a ser sólo yo empleaba técnicas menos refinadas como jalar un yogurt de la refri y echarle cereal o hacer un arroz con vegetales para el almuerzo que pueda recalentar en la cena, desde la comodidad de mi último apartamento en el 36 Cours de la Marne. Ahora, aquí en San Salvador, no son sólo desayunos y brunches y a veces no son sólo para una persona, pero allí voy, experimentando y consintiendo mis antojos, aprovechando si tengo el tiempo de hacer masa de pizza from scratch y apurándome e improvisando si llego a la casa a las 9 y tengo hambre.